ALGUNAS IDEAS PARA UN BUEN MARIDAJE
Maridar o no maridar,
esa es la cuestión, el eterno debate. Tradicionalmente siempre se ha dicho que
carne con vino tinto y pescado con vino blanco, pero la tendencia actual, y lo
que recomiendan la mayoría de los sumilleres, es fijarse en el tipo de uva y en
la elaboración del plato. Esto no quita para que, en el fondo, se trate de una
elección personal. Cada paladar es distinto y no todos tenemos los mismos
gustos, pero también es cierto que tanto el mundo del vino como nuestra
gastronomía han evolucionado mucho en los últimos años, por eso vamos a
intentar despejar algunas dudas en el post de hoy.
Nuestro mercado vinícola ha experimentado últimamente profundos
cambios. Se bebe mucho menos vino que hace unos años, pero paradójicamente el
sector ha experimentado un boom espectacular al mismo tiempo. Los patrones de
consumo han variado sustancialmente, ahora tenemos más información, buscamos
más calidad, probamos cosas diferentes y ya seguimos a ciegas lo que nos dicen
las etiquetas de las botellas.
Maridaje carnes
Aquí nadie discute que con carnes rojas (ternera, buey, cordero,
cabritos) lo que mejor viene es un vino tinto. Para mi gusto, si nos ponen
delante un chuletón, un entrecot, un solomillo
(ya sean de ternera o de buey), lo que me pide el cuerpo es descorchar
una botella de un buen crianza o reserva. No veo tan importante el tipo de uva
o la D.O. como sí que tenga cuerpo, que sea sabroso. Podría valernos un Rioja,
un Ribera, un Toro o un Somontano.
Si lo que tenemos es un asado, de cordero por ejemplo, y está
ligeramente especiado, me decantaría por un Tempranillo, Garnacha o Cabernet. Y
otro tipo de uva que no le va nada mal y a la cual me estoy aficionando, es la
Syrah. La veo ideal para este tipo de platos.
Una recomendación importante es que si maceráis una carne con
vino para después cocinarla, que consumáis el mismo tipo de vino en la comida.
Maridaje pollo
El pollo es una carne con un sabor más neutro que la
ternera, por eso aquí podemos ser más flexibles, pero siempre y cuando nos
fijemos en los condimentos que se han utilizado en su elaboración.
Si tiene una base con un sofrito de verduras y algunas
plantas aromáticas, nos iríamos a por un vino tinto con algo de cuerpo, quizás
un roble con 3 o 6 meses de crianza. Si el pollo se ha guisado con setas o
trufas nos decantaríamos por un crianza con más cuerpo.
En mi casa hacemos mucho una receta de pollo macerado
durante un par de horas con zumo de limón y hierbas aromáticas a cascoporro. En
este caso a mí me encanta servirlo con un vino blanco tipo Chardonnay (en
Navarra los hay excelentes) o un Rueda.
Pasta
Este es el mejor ejemplo de que debemos fijarnos en la
elaboración del plato, ya que la pasta, al admitir cualquier tipo de
ingrediente, es fundamental que nos fijemos en la salsa que lleva.
Con una salsa boloñesa, cuya base es el tomate y la carne
picada, nos iríamos por un vino tinto joven o un roble con poca crianza, fácil
de beber. Si el fondo de la salsa es tomate y verduras, podríamos elegir un
vino joven o rosado, al igual que si la pasta estuviera simplemente aderezada
con un queso suave como el mozzarella, con alguna hierba y un poco de aceite.
Para los pestos, cuya base es la albahaca, los ajos y el
aceite, nos iríamos a por un blanco con barrica.
A los platos de pasta con salsas marineras, mejillones,
almejas, berberechos, etc, lo que mejor viene es un vino blanco fresquito, como
un Macabeo, Albariño o Sauvignon Blanc. También los cavas le van ni que
pintado.
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